Jul 30, 2018 | 11:00 AM
Julie Chevalier era una mujer australiana de tan solo 42 años de edad que estaba sana y en forma, cuando un día del año 2013 sufrió un aneurisma cerebral y tuvo que ser conectada a un respirador artificial.
Su muerte fue inesperada y sacudió a todos sus familiares, que siempre han sido muy unidos.
Su hijo, Rory, dijo que la familia a menudo hablaba sobre la donación de órganos y que los deseos de su madre eran claros.
“Extrañamente solíamos hablar mucho de eso, y siempre decía que si ella moría simplemente donaba todo”, comentó el joven.
“El día que la perdimos fue como cualquier otro día, fue tan repentino. El shock simplemente se hace cargo y te sientes muy entumecido.
“Pero nadie tuvo que acercarse a nosotros, tan pronto como nos dijeron que no iba a lograrlo, dijimos ‘Bueno, sus órganos deben ser donados'”, pues ese era su deseo, señaló.
Rory dijo que la procuración de los órganos de su madre ayudó a salvar las vidas de ocho personas, quienes fueron fundamentales en el proceso de duelo.
Por ello, instó a todas las familias a conversar sobre la donación de órganos, de modo que, llegado el momento, supieran exactamente qué hacer.
“Solo sabiendo que ella era una persona tan amable y generosa, sabemos que no hubiera querido dejar este mundo sin poder ayudar a alguien con lo que le quedaba”, declaró Rory.
El hombre ahora de 22 años era especialmente cercano a su madre, quien lo tuvo casi a su misma edad. Ella era su mejor amiga, y los dos hablaban a diario.
“Realmente puede ayudar saber que, quien sea que hayas perdido, ha ayudado a otras personas en su acto final”, concluyó Rory.
Fuente: Canberra Times
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