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Kyle Rogers era un chico estadounidense de 14 años que amaba a su familia y amigos. Según Shelby Boyce, a su hermano le encantaba estar al aire libre. “Era un cazador incondicional”, comentó.

En 2012, el adolescente de West Topsham y su familia abandonaron Green Mountains para mudarse a Tennessee. Dos años después, el joven viajaba en el asiento del copiloto cuando el automóvil en el que estaba chocó contra un árbol. Fue llevado de urgencia al hospital, donde lamentablemente falleció.

Boyce dice que decirle adiós a su hermano menor fue lo más difícil que alguna vez tuvo que hacer, pero se siente reconfortado al saber que regaló vida a otras personas.

En el otro lado de la moneda,Tyson Brisby es un residente de Jacksonville, Florida, a quien un día tuvieron que trasladarlo de emergencia al hospital luego de que se le diagnosticara insuficiencia cardíaca congestiva en etapa tres, lo que significaba que sólo un trasplante de corazón podría mantenerlo con vida, teniendo posibilidades muy bajas de encontrar un donante compatible a tiempo. “Casi había renunciado a la vida”, dijo Brisby.

Pero luego recibió la tan ansiada llamada, permitiendo que se le practicara la cirugía. Cuando se despertó, su esposa le dio la noticia, su corazón era de un niño de 14 años llamado Kyle Rogers.

“Mi hermano quería ser un donante de órganos incluso antes de que falleciera”, aseguró Boyce. “Él decía: si algo me pasara, esto es lo que me gustaría hacer”.

Brisby no es la única vida que Kyle salvó, pues cinco personas más en todo el país recibieron sus órganos. Tanto la familia Brisby como la Rogers esperan que otros tomen la misma decisión que Kyle.

“Estoy aquí hoy hablándote por Kyle … fue un donador”, enfatizó Brisby.

“Cuando te vayas, ¿qué importa? Pero si alguien más puede beneficiarse de ti, ¿por qué no dárselo a alguien?”, mencionó Boyce.

Ser un donante puede salvar hasta ocho vidas, y ayudar a muchas más a través de las donaciones de tejidos.

Fuente: WCAX