Oct 22, 2018 | 12:00 PM
Desde que era un niño, Abdulshakur Ahmed tuvo problemas en los ojos. Su vista se fue deteriorando hasta el punto de ya no poder leer un libro, ver los escritos en el pizarrón o los detalles en las caras de las personas. Esto lo obligó a abandonar la escuela.
“Esto fue doloroso para mí porque siempre había imaginado cómo completaría mis estudios, lograría hacer mi vida y ayudaría a mi familia a regresar a casa. En 2010 vi con dolor a mis compañeros mientras se preparaban para completar su educación secundaria y preparatoria mientras yo me encontraba fuera de la escuela y trabajando como vendedor en una tienda”, dijo el joven de Kenia de 25 años.
Abdulshakur siempre había resuelto sus problemas oculares con gotas para los ojos, pero incluso esto dejó de funcionar en algún momento.
Una visita que hizo al Hospital Kikuyu le reveló una noticia devastadora: que necesitaría un trasplante de córnea.
“Mi vista era tan mala en este momento que la solución temporal era que obtuviera lentes de contacto, pero para mi consternación, desarrollé úlceras en los ojos. Realmente pensé que era una situación desesperada porque la mayoría de los kenianos no saben sobre la donación de órganos e incluso por aquellos que eligen no donar, ¿de dónde provendría mi ayuda?”
Esta noticia se confirmó cuando regresó a Mombasa y visitó el Centro Médico Lions. El joven ni sabía lo que implicaría un trasplante de córnea ni tenía dinero para pagar una operación. Pero un médico del hospital vino a su rescate.
“Me alegro de que el doctor Vishwanatha Gokhale me conectó con una organización que pagó los honorarios necesarios y también me trajo una córnea. Después de dos o tres meses, me llamaron para la operación y dos semanas después del procedimiento, estaba listo para volver a la escuela. Pude ver claramente, no era como solía ser antes”, comentó contento Abdulshakur.
La operación en el ojo izquierdo se realizó en 2011, mientras que la segunda se realizó al año siguiente.
“En 2011 me inscribí como estudiante en la clase de Form One en Mombasa. A pesar de estar lleno de alegría por haber recuperado mi vista, todavía tenía más desafíos, especialmente la falta de apoyo financiero para continuar con mi educación y para los medicamentos. Vengo de un trasfondo humilde. Mi padre es un pastor que posee pocas cabras y mi madre es ama de casa”, agregó.
Abdulshakur, quien nunca claudicó ni dudó en pedir ayuda cuando la necesitaba, se acercó a sus doctores en el Centro Médico Lions y, mediante su ayuda, logró terminar su educación secundaria con calificaciones impresionantes. Actualmente es alumno en la Escuela de Capacitación Médica de Kenia.
“A pesar de los desafíos que agradezco a Dios por haber pasado, he aprendido muchas lecciones, incluido el impacto de dar. Me encantaría que la gente donara no solo sus ojos sino también otros órganos. Soy una prueba viviente de que la donación de órganos funciona”.
Fuente: Daily Nation
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